February 16, 2009

CINCO.

“Ayer soñé que estaba sentada afuera del café aquel del centro que siempre frecuentamos. Y llovía, llovía tanto Octavio, así como nunca llueve por aquí. Yo no me movía, sabía que estaba lloviendo mucho y todos a mí alrededor entraban a los negocios o se refugiaban bajo los techos, esos de las entradas, debajo de las terrazas. Estaba estática, lloraba mucho y de repente me quise mover y no pude, el frío me paralizó y tenía las manos de un color entre azul y violeta, como el saco ese que te gusta. Me sentí desnuda y nadie venía por mí, a decirme: “Entra muchacha, ¿qué te pasa?”, sentí mi invisibilidad y mi trivialidad más común que siempre. No estabas cerca, nunca frecuento ese café sin ti, creo que por eso lloraba. Y llovía tanto Octavio, tantísimo, no sabes. Cómo nunca.”
Lilia de pronto cerró los ojos y empezó a sollozar, Octavio la subió como pudo a su carro y la llevó a casa, a la suya, no a la de él, como primero quiso.

No comments: