Más bien un desencuentro, nada especial.

Algún recuerdo fugaz por debajo de la piel, uno de esos instantes que uno olvida por miedo a herirse o quizá por un miedo más simple, el de olvidar de repente lo que con tanto afán había permanecido en la memoria.
Una contradicción constante, un desenmascarar demonios que acechan su existencia, modificando ninguno, incrementándolo hasta ponerle una máscara más dura (de acero, tal vez), cada vez más complicado reinventar el antídoto.
Pensaba en la manera de crear algo nuevo, realista, algo infinito e innombrable por un consejo de envidiosos, pero el engaño en el que vivía no permitía que avanzara por otro camino mas que el de entender las cosas como románticas historias, mágicamente falsas, por lo menos en su vida y quizá el hecho de mantenerse en el mundo de sueños que describía en cada cuento, en cada poema, le impedía realizar un logro similar; es que si de alguna manera lograra dejar de observar y desear lo que los demás tenían, llegaría a soluciones tangibles o si por alguna casualidad se encontrara con otro/a soñador, una nube emergería y la imaginación conjugaría dos historias desafortunadas en una nueva y afortunada... sería entonces cuando tal vez, la escribría en un intento de transmitir su realidad...
aunque hay que admitir, que los que viven las historias sólo las proyectan y los que escriben son los empedernidos observadores.